miércoles, 9 de octubre de 2013

La Revolución Ambiental (algún año del siglo XXI - ¿?)


Mucho se sabe y se ha escrito sobre las distintas revoluciones que han configurando el mundo tal y como lo conocemos. Se puede hablar de la Revolución Francesa -con una temporalidad clara- y de la Industrial -más indefinida en cuanto a su carácter temporal- como las últimas, como las que dieron paso a los ideales de izquierda y derecha, a los sistemas modernos de derecho, etc. Incluida en la Industrial podría situarse la Revolución Tecnológica, bastante reciente y en curso.

Pero todas se agotan y la Industrial no va a ser menos. Es importante saber cuándo ocurrirá la siguiente, qué consecuencias tendrá y qué significará en general. Tengo una percepción al respecto: la próxima revolución que cambiará el mundo después de unos “siglos industriales” es la REVOLUCIÓN AMBIENTAL. En el fondo no es más que la consecuencia lógica de la Revolución Industrial que, desde hace tres siglos, trae bienes materiales en cantidades inimaginables. Como todo en la vida, esta descripción tan ligera tendrá muchos matices, pero en lo sustancial es así de simple.
De manera paralela a esta Revolución Ambiental, según avance y se consoliden sus cambios, deberá existir un consenso unitario entre la inmensa mayoría (yo diría entre la totalidad) de las diferentes representaciones sociales, políticas, económicas, religiosas, etc. a través de los líderes de cada momento. De hecho, cada vez hay más movimientos políticos y sociales, incluyendo la Iglesia católica, que comienzan a esbozar la necesidad de llevar a cabo esta Revolución, pero serán las bofetadas que nos sacuda el mundo -especialmente el cambio climático- las que generen la Revolución Ambiental.

Decía anteriormente que esta revolución verde parte, de manera lógica, desde la propia Industrial; mejor dicho, de sus consecuencias o efectos. Y es que el mundo como lugar físico-químico donde se desarrolla la vida no aguanta más en estas condiciones. El círculo mágico de extracción, transformación y deshecho de recursos y materias primas para consumir no está equilibrado y, por el interés de la supervivencia humana, nos importa arreglar esto. Probablemente, los empresarios más egoístas serán los últimos en querer enterarse; y cuando los beneficios ambientales o los costes ecológicos se incorporen a los balances, entonces serán los principales adalides por la causa. Es más, será ahí cuando se produzca el epicentro de esta Revolución.
En Occidente (sobre todo en el Hemisferio Norte) puede ser más fácil el seísmo por pura lógica: los Estados ya han alcanzado altas cotas de desarrollo, hay más democracias o sistemas participativos y se han estudiado y notado los efectos nocivos que, en las últimas décadas, el mundo ha sufrido con los avances industriales.

Seguramente la Revolución Ambiental tendrá su fin con otra, pero imaginarla es cosa de generaciones posteriores a la que vivimos actualmente. Eso sí, de ella quedará lo mejor, al igual que del resto de revoluciones porque el hombre progresa (o eso se supone) y, para ello, se va quedando con lo positivo.
Mientras todo esto llega, vayamos empezando por aclarar si un cartón con restos de comida va al contenedor de basura orgánica, al de papel y cartón o al amarillo porque estuviera plastificado… Yo he comenzado.






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