Mucho
se sabe y se ha escrito sobre las distintas revoluciones que han configurando el mundo tal y como lo conocemos. Se puede hablar de la Revolución Francesa -con una temporalidad clara- y de la Industrial -más indefinida en cuanto a su
carácter temporal- como las últimas, como las que dieron paso a los ideales de
izquierda y derecha, a los sistemas modernos de derecho, etc. Incluida en la Industrial podría
situarse la
Revolución Tecnológica, bastante reciente y en curso.
Pero todas se agotan y la Industrial no va a ser
menos. Es importante saber cuándo ocurrirá la siguiente, qué
consecuencias tendrá y qué significará en general. Tengo
una percepción al respecto: la próxima revolución que cambiará el mundo
después de unos “siglos industriales” es la REVOLUCIÓN AMBIENTAL.
En el fondo no es más que la consecuencia lógica de la Revolución Industrial
que, desde hace tres siglos, trae bienes materiales en cantidades
inimaginables. Como todo en la vida, esta descripción tan ligera
tendrá muchos matices, pero en lo sustancial es así de simple.
De
manera paralela a esta Revolución Ambiental, según avance y se consoliden sus
cambios, deberá existir un consenso unitario entre la inmensa mayoría (yo diría
entre la totalidad) de las diferentes representaciones sociales, políticas,
económicas, religiosas, etc. a través de los líderes de cada momento. De hecho, cada
vez hay más movimientos políticos y sociales, incluyendo la Iglesia católica, que comienzan a esbozar la necesidad de llevar a cabo esta
Revolución, pero serán las bofetadas que nos sacuda el mundo -especialmente el cambio climático- las que generen la Revolución Ambiental.
Decía
anteriormente que esta revolución verde parte, de manera lógica, desde la
propia Industrial; mejor dicho, de sus consecuencias o efectos. Y es
que el mundo como lugar físico-químico donde se desarrolla la vida no aguanta
más en estas condiciones. El círculo mágico de extracción, transformación y
deshecho de recursos y materias primas para consumir no está equilibrado y, por
el interés de la supervivencia humana, nos importa arreglar esto. Probablemente,
los empresarios más egoístas serán los últimos en querer enterarse; y cuando los beneficios ambientales o los
costes ecológicos se incorporen a los balances, entonces serán los
principales adalides por la
causa. Es más, será ahí cuando se produzca el epicentro de esta Revolución.
En
Occidente (sobre todo en el Hemisferio Norte) puede ser más fácil el seísmo por
pura lógica: los Estados ya han alcanzado altas cotas de desarrollo, hay más
democracias o sistemas participativos y se han estudiado y notado los efectos
nocivos que, en las últimas décadas, el mundo ha sufrido con los avances
industriales.
Seguramente la Revolución Ambiental tendrá su fin con otra, pero
imaginarla es cosa de generaciones posteriores a la que vivimos actualmente. Eso sí, de ella quedará
lo mejor, al igual que del resto de revoluciones porque el hombre progresa (o
eso se supone) y, para ello, se va quedando con lo positivo.
Mientras
todo esto llega, vayamos empezando por aclarar si un cartón con restos de
comida va al contenedor de basura orgánica, al de papel y cartón o al amarillo porque
estuviera plastificado… Yo he comenzado.
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