domingo, 6 de abril de 2014

La capacidad de carga del planeta

La capacidad de carga es un concepto muy útil en los sectores forestal y cinegético y se emplea para evaluar la cantidad de individuos que puede soportar un biotopo determinado para satisfacer las necesidades de las poblaciones presentes y futuras en modo y ritmo que no conduzca a la disminución o degradación del medio natural a largo plazo.

Hace pocos días salió a la luz la segunda parte del quinto informe (AR5) que elabora el IPCC (Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) cada cierto tiempo. Junto con la primera parte, se pone de manifiesto que el cambio climático conlleva una serie de efectos muy negativos derivados de la acción humana sobre el planeta.
Como aún persisten los incrédulos con respecto a estas afirmaciones, es necesario conocer el porcentaje de ocurrencia que los numerosos científicos participantes en el IPCC han determinado para estas consecuencias: el 95%; certeza que se comprueba y aumenta informe tras informe desde 1990.
Estos efectos sumamente negativos no se refieren sólo a las consecuencias físicas de sobra conocidas (dismunición de los hielos polares, aumento del nivel del mar y de la temperatura, regímenes pluviométricos descompensados, etc.), también a migraciones de población, pobreza, conflictos armados, salud y otros de desagradable denominación.

Todo esto simplemente significa que hemos superado la capacidad de carga del planeta y, por tanto, lo hacemos inviable para el futuro. No hablo en cuanto a cantidad de personas, sino de nuestro modo de vida ya que un solo habitante de ciertos países -como, por ejemplo, Estados Unidos- supone una carga idéntica a la de diez o más personas de otros países (generalmente, aquellos más desfavorecidos). Es factible, por tanto, disminuir la carga ambiental per cápita, tener una demografía más amplia y un planeta en las mejores condiciones posibles.

Con las tecnologías y medios disponibles hoy en día, se puede calcular cuál son las capacidades de carga máxima y óptima de La Tierra y, con estos datos, generar un horizonte excelente para las generaciones que nos sucederán. Pero volvemos a los eternos problemas: ¿quién decide cómo cambiar nuestros métodos de producción y vida?, ¿qué coste asociado lleva?, ¿qué pérdida de rentabilidad significa? Hace unos cuantos años se estableció la cantidad del 1% del PIB mundial como coste para remediar el cambio climático, hoy puede ser que haya aumentado.

Lanzo las siguientes preguntas: 1) ¿realmente estamos preparados para los cambios? 2) ¿está la decisión de mejorar en nuestras manos? y, por último, 3) ¿cuándo ocurrirá el cambio?
Mis respuestas: 1) No. 2) No. 3) No sabe/no contesta, pero confío en que llegará (ver el primer post de este blog). 


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